En mi carta del sábado decía que detrás de la ideología indepe, siempre y en cualquier nación, anida una cuestión de fondo que no es política sino moral: el egoísmo. El denominador común es que en las zonas ricas, no en las pobres, prende más fácilmente esa llama.

De niño, a finales de los años 60, se desató la guerra de Biafra que quiso separarse de Nigeria. ¿Por qué Biafra quería independizarse? Porque esa región está asentada sobre una bolsa de petróleo que hace de Nigeria el quinto exportador mundial de crudo.

El problema es la riqueza; quien la tiene no quiere compartirla

Hace cien años hubo unas intensas prospecciones petrolíferas en Álava, si se hubieran descubierto los pozos buscados, ríete de los cincuenta años de terrorismo abertzale; si se hubieran confirmado las recientes perforaciones en Canarias, el guanche no sería menor que el vasco.

El problema es la riqueza; quien la tiene no quiere compartirla.

El cuento de Pandania en la Italia industrial nunca habría brotado en la Nápoles rural.

Sé que es una interpretación marxista, la interpretación materialista de la vida que defendía Marx. El problema de este pensamiento es que ha tenido una excelente dialéctica negada por los hechos (obras son amores y no buenas razones). Hoy en España tenemos a los neocomunistas de Pablo Iglesias y Ada Colau; y su derivada separata en los antisistema de la CUP.

 

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Este fin de semana hay elecciones vascas y gallegas, así que estableceré una diferencia sustancial entre los separatas vascos, los gallegos y los nuestros. Que los hay porque cada nacionalidad tiene su fet diferencial.

Para los batasunos, y también la reina madre del nacionalismo vasco (el PNV), el componente autóctono es el Rh negativo que decía Arzalluz que les diferenciaba: la sangre. No se atrevía a decir la raza.

En Cataluña no ha prendido ese rasgo racial porque Cataluña ha sido un territorio de paso y mestizaje, así que descartado la singularidad de la sangre, que a principios del siglo pasado sí defendieron, los nacionalistas pasaron al complejo de superioridad que supuestamente estaría confirmado por ser una tierra de oportunidades. Cataluña fue la fábrica de España.

Los gallegos tienen una lengua y unas tradiciones tan singulares como las catalanas o las vascas, con origen en el ancestral mundo celta.

En el Medievo la lengua de los trovadores en las Cortes de Castilla no era el castellano sino el gallego de la corte de Alfonso X el Sabio. En lengua y cultura propia nadie supera a los gallegos, pero el problema de los indepes del BNG es que Galicia no tiene musculatura industrial para que cuajen los separatas.

No se trata de amor o desamor al terruño: los andaluces no quieren menos a Andalucía que los catalanes a Cataluña. Si en el desierto almeriense de Las Tabernas, donde hace cincuenta años se filmaron los spaguetti western de Sergio Leone con música de Ennio Morricone, se descubriera una bolsa de petróleo como la de Biafra, el Partido Nacionalista Andaluz asomaría la cabeza.

La moneda auténtica de uso de los indepes no es la lengua, la cultura o las tradiciones sino el vil metal

Como canta Liza Minelli en 'Cabaret': "Money, money". La moneda auténtica de uso de los indepes no es la lengua, la cultura o las tradiciones sino el vil metal. Hablando en plata: el egoísmo; en Cataluña bañado con ese complejo de superioridad: al sur del Ebro empieza África, igual que Víctor Hugo dijo en el siglo XIX que empezaba al sur de los Pirineos.

Los vascos del PNV no se echarán al monte porque son dueños de la caja, y saben que con la amenaza Guadiana de irse continuarán con el chollo que tienen reconocido constitucionalmente; pero la Generalitat no la tiene...

Lo que me sorprende es que los ideólogos indepes hayan convencido a los manifestantes del 11S de que el día después de la hipotética independencia el flujo económico español quedaría igual, como si no existiera la Ley de la gravedad... Y esa creencia (el hombre tiene una tendencia natural, como en el amor, a creer lo que desea) es la que me deja perplejo, porque si algo nos ha caracterizado no es ser pacíficos sino pragmáticos.

Sé que han desenroscado el tornillo, pero a buena parte de los manifestantes esa pieza no les ha caído, hay que saberla enroscar con la dialéctica de la sensatez. La respuesta por qué se ha desenroscado se la dejo para ustedes. Como esas películas de Buñuel, abiertas.

Pensándolo mejor: no eludo al mecánico culpable. La respuesta la dejo para el sábado...