La exposición sobre Akram Zaatari que se inaugura esta semana en el MACBA, producida por este museo y el Nacional de Seúl, ha removido las aguas de nuestra habitualmente tranquila comunidad artística. Pero no por la calidad o la oportunidad de la muestra, que a priori parece muy interesante --Zaatari es un poliédrico artista y comisario de Beirut, donde vive y donde fundó el archivo fotográfico Arab Image Foundation--, sino porque uno de los comisarios es el director del museo de Seúl, Bartomeu Marí.

Marí fue director del MACBA hasta hace dos años, cuando tuvo que dimitir a causa del escándalo en torno a un grupo escultórico con aspecto de falla valenciana, en el que una campesina boliviana sodomizaba al rey Juan Carlos, y a su vez era sodomizada por un perro pastor alemán, todo sobre un lecho de cascos militares del III Reich. Obra de la austriaca Ines Doujak, digna de portada de El Jueves. Sorprendido por la presencia en su museo de la desafiante travesura, Marí intentó retirarla, encadenó los errores, canceló la exposición, volvió a programarla, despidió a los comisarios Zipi y Zape... En fin, se armó ruido, se clamó "¡liberticidio!" y Marí tuvo que abandonar la casa, donde llevaba quince años, en verdad demasiados.

Os ponéis en plan Torquemada por una nadería, queridos artistas asamblearios catalanes, mientras a vosotros sí os vienen sodomizando desde hace años, de grado o por la fuerza

A la Plataforma Assembleària d'Artistes de Catalunya (PAAC) le parece muy mal que siga vivo y trabajando, aunque sea en Seúl. En un comunicado triste y escasamente artístico --pero ya me parece chirriante llamarse a la vez "asambleario" y "artista", y más aún que se defina uno como "artista catalán"--, suplican al actual director del MACBA que "no permita que el nombre del señor Marí esté presente" otra vez en el museo, pues sería un baldón para esta nueva etapa que se quiere limpia y pura, sin censuras.

¡Angelicos! El comunicado revela una idea a la vez censoria e irenista --y no añado pueril para no ofender-- sobre lo que es la libertad, lo que es la transgresión y la verdadera trascendencia de éstas en las salas de un museo público. "El señor Marí" --como educadamente lo llaman para mejor execrarle-- no cometió, que se sepa, delito alguno, y por consiguiente tiene perfecto derecho a cofirmar una exposición en el MACBA. Os ponéis en plan Torquemada por una nadería, queridos artistas asamblearios catalanes, mientras a vosotros sí os vienen sodomizando desde hace años, de grado o por la fuerza, y no precisamente la campesina boliviana y el perro pastor alemán de Doujak sino otros elementos mucho más cercanos, como sabéis muy bien.