Retenciones a la entrada de Barcelona, coincidiendo con la huelga del metro y la primera jornada del Mobile World Congress / EFE

Retenciones a la entrada de Barcelona, coincidiendo con la huelga del metro y la primera jornada del Mobile World Congress / EFE

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Temor empresarial a las consecuencias del ridículo de BCN en el Mobile

Asociaciones de empresarios e instituciones intentan calmar a los organizadores del congreso tras los conflictos vividos en el transporte y critican la inacción de Colau y Junqueras

23 febrero, 2016 23:44

“Ridículo. Actuación impresentable. Bochorno. Un aviso muy serio. Preocupación…” Las voces de los empresarios más notables de Barcelona coinciden en utilizar epítetos similares para calificar la actuación del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat en el colapso de los transportes públicos locales en plena celebración del Mobile World Congress (MWC), el mayor evento internacional que se celebra en la ciudad.

La huelga convocada por los trabajadores de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) no ha merecido un solo reproche en sí misma. La actitud de las autoridades municipales responsables del metro y de los autobuses, o de las autonómicas, que son quienes deben fijar los servicios mínimos en caso de conflicto, ha recibido, en cambio, toda clase de descalificaciones.

Hoffman se repliega de cabreo

Que el empresariado y la alcaldesa Ada Colau no viven un idilio es obvio por razones ideológicas y de intereses contrapuestos. Incluso los empresarios de pymes que en algún momento le han mostrado cercanía (o con los que la primer edil ha querido hacer luz de gas a la gran patronal) tampoco entienden ahora cómo ha podido llegarse a la situación límite de esta semana.

El hombre fuerte del MWC, John Hoffman, presidente de la asociación GSMA del sector, anda iracundo en las últimas horas con lo que sucede. No asistió al acto inaugural como muestra de enojo. Ha decidido dedicarse sólo al propio congreso y evitar las relaciones sociales al máximo. No quiere ver a los políticos, no quiere escuchar excusas a su juicio inaceptables de los dirigentes municipales.

Problemas en el congreso derivados del colapso

Algún colaborador próximo se teme consecuencias. “Hoffman no creyó que la huelga llegara a producirse y que el transporte se colapsara. A él no le importa que no llegue un congresista en una furgoneta de lujo, sino el retraso de los camareros, las azafatas, quienes suministran al congreso… Siempre pensó que Barcelona lograría un arreglo. Para él también es su gran negocio”. Y ha habido algún que otro contratiempo y hay pavor a que sigan sucediéndose, explican.

En los contratos que Barcelona mantiene con los organizadores del macrocongreso existen estipulaciones que permiten la rescisión. Alguna de ellas apunta a situaciones como las que se viven esta semana. “Hay miedo –relatan desde una institución económica de la ciudad– a que se pueda activar alguna de esas cláusulas. Sería un desastre que Barcelona perdiera un evento como este por ser incapaz de organizarse convenientemente”.

¿Irresponsabilidad administrativa?

Desde el ámbito empresarial, más ducho que otros a vivir reivindicaciones laborales, se acusa de forma directa a la alcaldesa Colau por no haber frenado, trasladado, modificado o minimizado la protesta de los empleados de TMB. “Ningún empresario pierde un pedido fundamental por un paro laboral”, sentencian algunos. Otros ven en las palabras de la concejal de Movilidad, Mercedes Vidal, que asegura que conceder las reivindicaciones de los huelguistas supondría elevar el precio de tarifa de los transportes públicos, “una mezcla de demagogia, populismo e incapacidad”. 

También se lleva una buena parte de las críticas el vicepresidente económico de la Generalitat, Oriol Junqueras, que el lunes no quiso intervenir como máximo responsable de la administración autonómica para elevar los servicios mínimos que los huelguistas debían cumplir. Ayer, segundo día de congreso y de paros, accedió a subir del 50% al 65% los considerados servicios esenciales.

Medidas para conjurar los efectos

El debate ha trascendido el puro chascarrillo hacia las nuevas formas de gobierno que se han instalado a lado y lado de la plaza Sant Jaume o las apelaciones al daño que el colapso urbano de estos días supone en términos de proyección exterior de la ciudad. La patronal Foment del Treball, como muestra de esa inquietud, volvió a proponer la confección de una ley de huelga que pueda desarrollar el derecho constitucional sin poner en peligro reuniones internacionales como la de esta semana.

La comunidad internacional no entenderá, a juicio del empresariado consultado, “la incapacidad de nuestra ciudad para resolver un problema menor como el de la huelga de TMB”. En ese sentido, agregan, “la propuesta de la ley de huelga está bien, pero se requieren propuestas más contundentes desde la política y por parte de los políticos. El ridículo ya está hecho y sólo queda que no empeore”.