Paolo Costa, exalcalde de Venecia y presidente de la Autoridad Portuaria / CG

Paolo Costa, exalcalde de Venecia y presidente de la Autoridad Portuaria / CG

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Paolo Costa, exalcalde de Venecia: "El turismo masivo es una falla del mercado"

El director de la Autoridad Portuaria de la ciudad italiana avisa de que las ciudades "tienen un límite"

16 octubre, 2016 00:00

Paolo Costa (1943) fue alcalde de Venecia (Italia) de 2000 a 2005. También ha sido ministro de Transporte de la República Italiana, europarlamentario y jefe del Comité de Transporte y Turismo en el Parlamento Europeo. Político de la coalición de centroziquierda El Olivo, sirvió en el gobierno de Romano Prodi. El también economista finaliza ahora su segundo mandato al frente de la Autoridad Portuaria de Venecia. Esta semana, ha participado en el Tourism Eco Forum, celebrado en el marco del Festival Vilamon de Turismo Responsable de Barcelona.

- ¿Qué ocurre en Venecia?

- Algo que se remonta a los años 80. Con la caída del Muro de Berlín, hubo una explosión de demanda para visitar la ciudad. En aquella época ya teníamos modelos económicos de saturación, pero era demasiado pronto. No había conciencia del problema. No se actuó y ocurrió un desastre: los turistas empezaron a inundar la ciudad. Ahora son 25 millones de visitantes al año.

- ¿A qué se refiere? ¿Al turismo extranjero?

- A todos. Venecia es un destino para todo tipo de turismo: el internacional que viene en avión; el doméstico, que acude a la ciudad en tren o ferry; y los cruceristas, en menor medida. Hace tiempo hicimos una investigación: ¿qué hoteles ofrecen escapadas de un día a Venecia? Lo que hallamos fue espeluznante. Alojamientos desde Innsbruck (Austria) a Rijeka (Croacia) y las cosas italianas venden tours de un día por nuestra ciudad. Ello causa un flujo enorme de visitantes.

- ¿Qué hicieron ustedes?

- El turismo no se puede frenar, pero sí canalizar. En 2000, cuando fui elegido alcalde, miramos qué medios de transporte usaban los turistas para venir a la ciudad. Tren, autobús, barco, etc. Y nos inventamos los aranceles. ¿Por qué aranceles? Porque impuestos serían ilegales: no tenemos la potestad de imponerlos. Pusimos aranceles en autobuses para rebajar la demanda. Fijamos precios distintos para turistas y vecinos para el vaporetto. La idea es que los turistas paguen su propia huella en el entorno.

- ¿No estaban castigando al turista?

- No del todo. Apostamos por la política del palo y la zanahoria: si usted viene a Venecia un miércoles, cuando hay menos gente, tendrá descuentos en museos, galerías, etcétera. Si viene a la Biennale, tendrá descuentos. Pero déjeme recordarle una cosa. El turismo masivo es una falla de mercado.

- ¿...el mercado libre no regula el turismo de forma adecuada?

- En absoluto. Hay fallas de mercado de manual. En Venecia sufrimos dos efectos: primero, sobredemanda, que ocasionó la congestión de la ciudad; después, sobreoferta, es decir, demasiadas plazas de alojamiento. Sume hoteles, apartamentos y Airbnb: tenemos demasiadas camas en una ciudad de sólo 260.000 habitantes y 40.000 viviendas. No somos Barcelona, París o Londres. Recuerde: somos una ciudad pequeña. Así que en esta falla de mercado es donde intervenimos las autoridades.

- ¿Cuántos turistas caben en una ciudad?

- Un destino turístico es como un avión. Hay 300 plazas y punto. Si usted intenta reservar y está completo, disculpe, pero tendrá que coger el siguiente vuelo. A menudo me lo preguntan: "¿cuántos turistas caben?". Yo digo lo mismo: tantos como permita el umbral de destrucción del tejido económico y vecinal.

- ¿El turismo destruye?

- El turismo masivo devasta en la medida que cambia el tejido económico de una zona. En Venecia, los antiguos talleres se convirtieron en tiendas de souvenirs. Los palazzos, en hoteles. Teníamos que intervenir.

- ¿Es el turismo masivo una arma de destrucción masiva?

- En absoluto. Pero el turismo masivo sí puede atacar una zona. Y uso la palabra atacar adrede. En ese preciso instante es cuando las administraciones deben intervenir. De lo contrario, espere usted concentración de la riqueza y empobrecimiento.

- Usted es el presidente de la Autoridad Portuaria de Venecia. ¿Tienen ustedes demasiados cruceros?

- Discrepo. Tenemos demasiadas escalas; port calls. En términos de base crucerista, naves que parten y llegan a Venecia, estamos bien dimensionados. Lo importante es gestionar bien las escalas.

- ¿Apoya la idea de poner impuestos a las escalas de cruceros, cómo se propone en Barcelona?

- No entraré en lo que hacen otras administraciones. Y menos, en un destino que no es comparable en tamaño con Venecia. Pero el turismo, en la cuestión de demanda, sólo se puede organizar con impuestos o con políticas sobre las reservas.

- Alguna naviera ha amenazado de cambiar de puerto si se ponen dichos impuestos...

- En Venecia hay 37 navieras con escala en la ciudad. ¿Si les ponemos impuestos se irán? Yo diría lo siguiente. "Si usted se quiere ir para no pagar impuestos, hágalo". Cuando uno negocia o amenaza, uno tiene que estar seguro de la capacidad que tiene para negociar o amenazar. Y subrayo, Venecia es puerto de escala para 37 navieras.

- Sorprende su tono con el sector privado. ¿Quién toma las decisiones en turismo?

- El sector privado tiene, y debe, tener voz en las políticas turísticas. Todo el mundo con intereses en el sector turístico debe tener voz, debe ser escuchado. Pero déjeme decirle una cosa: quien decide son los ciudadanos y sus representantes. El turismo es un asunto público. Recuerde usted la rebelión de las colonias británicas de América en el siglo XVIII. Ellos decían No taxation without representation (No impuestos sin representación en el parlamento). Yo abogo por lo contrario: no hay representación, o voz, si no pagas impuestos.